2.- origenes de las ecuaciones diferenciales
El conocimiento y desarrollo de las ecuaciones diferenciales en el mundo nacieron (como lo han hecho todas las ciencias conocidas) producto de la necesidad que posee el ser humano de encontrar la solución de los problemas que se presentan en su diario vivir, en su trabajo o en cualquier otra situación y que requieren de un método apropiado para llegar a una respuesta buscada.
Es así como, en un principio, Newton, Leibniz y los Bernoulli en el Siglo XVII descubrieron las ecuaciones diferenciales y las utilizaron en la resolución de problemas de geometría y mecánica y al mismo tiempo, sentaron como precedente la importancia de las mismas en diversas situaciones y la necesidad de un amplio desarrollo posterior, camino en el cual se hallarían nuevos métodos resolutivos con niveles de compejidad muy diferentes, miles de aplicaciones y, paso tras paso, desencadenarían en una importantísima área de las matemáticas.
Este suceso que marcó el inicio de la historia de las ecuaciones diferenciales es, sin lugar a duda, un destacado acontecimiento para las matemáticas y para las ciencias que sirven de ellas en su desarrollo, tanto que las ecuaciones diferenciales son consideradas en nuestros días como pilares fundamentales de los conocimientos ingenieriles y de las áreas investigativas, entre muchos otros aspectos.
Pensamos que las ecuaciones diferenciales tienen un gran futuro por delante porque ha quedado demostrado a través de su historia que su alto grado de complejidad y, principalmente, de aplicabilidad practicamente no poseen límite alguno y, que por el contrario, a medida que surgen nuevos problemas para la humanidad, nuevas áreas de conocimiento, nuevos desarrollos de las ciencias existentes se hace más y más imperiosa la necesidad de acudir a las ecuaciones diferenciales y aún más teniendo en cuenta que no solamente nos ayudan a resolver un problema sino que tienen la propiedad de desembocar en nuevos conceptos, nuevas soluciones, nuevos métodos y nuevas propiedades de nuestro mundo hábido de ser descubierto.
Por todo lo anterior, está claro que el conocimiento acerca de las euaciones diferenciales no está destinado a tener un fin ni una conclusión útima sino que tiende a aportarnos herramientas útiles en el día a día de nuestro cada vez más agitado vivir.
Es así como, en un principio, Newton, Leibniz y los Bernoulli en el Siglo XVII descubrieron las ecuaciones diferenciales y las utilizaron en la resolución de problemas de geometría y mecánica y al mismo tiempo, sentaron como precedente la importancia de las mismas en diversas situaciones y la necesidad de un amplio desarrollo posterior, camino en el cual se hallarían nuevos métodos resolutivos con niveles de compejidad muy diferentes, miles de aplicaciones y, paso tras paso, desencadenarían en una importantísima área de las matemáticas.
Este suceso que marcó el inicio de la historia de las ecuaciones diferenciales es, sin lugar a duda, un destacado acontecimiento para las matemáticas y para las ciencias que sirven de ellas en su desarrollo, tanto que las ecuaciones diferenciales son consideradas en nuestros días como pilares fundamentales de los conocimientos ingenieriles y de las áreas investigativas, entre muchos otros aspectos.
Pensamos que las ecuaciones diferenciales tienen un gran futuro por delante porque ha quedado demostrado a través de su historia que su alto grado de complejidad y, principalmente, de aplicabilidad practicamente no poseen límite alguno y, que por el contrario, a medida que surgen nuevos problemas para la humanidad, nuevas áreas de conocimiento, nuevos desarrollos de las ciencias existentes se hace más y más imperiosa la necesidad de acudir a las ecuaciones diferenciales y aún más teniendo en cuenta que no solamente nos ayudan a resolver un problema sino que tienen la propiedad de desembocar en nuevos conceptos, nuevas soluciones, nuevos métodos y nuevas propiedades de nuestro mundo hábido de ser descubierto.
Por todo lo anterior, está claro que el conocimiento acerca de las euaciones diferenciales no está destinado a tener un fin ni una conclusión útima sino que tiende a aportarnos herramientas útiles en el día a día de nuestro cada vez más agitado vivir.
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